Pero además, Doñana, uno de los espacios naturales más importantes de Europa, está seriamente afectado por los vertidos de petróleo de las costas, los proyectos de infraestructuras de alto impacto ambiental (el oleoducto Huelva-Badajoz o el trasvase de Chanza) o la degradación del estuario del Guadalquivir, sobre la que «planea un nuevo dragado», apunta WWF.
Desde el Gobierno, la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, ha defendido la protección de estos espacios naturales. «Actuar en la defensa de los humedales supone actuar en beneficio tanto del desarrollo económico como de la conservación del medio ambiente», y «hablar de estos espacios es hablar de patrimonio», dijo tras inaugurar en Gandía (Valencia) el nuevo Centro Español de Humedales.
Cambio climático
Sin embargo, Ecologistas en Acción de Castilla-La Mancha denunciaron que la Administración haya «sacado pecho» ante las últimas imágenes de las Tablas de Daimiel y de las Lagunas de Ruidera, dos humedales que se han salvado momentáneamente gracias a las últimas lluvias de diciembre y no a la gestión política.
Pero, junto al uso ilegal del agua, el cambio climático es otra de las grandes amenazas de los humedales españoles, unos hábitats que en los últimos cuarenta años se han ido desecando progresivamente hasta perder el sesenta por ciento de su superficie.
La desecación con fines agrarios, el urbanismo, las infraestructuras de transporte, las extracciones de agua, y los vertidos son sólo algunas de las causas que han ido degradando lentamente los humedales españoles.
Con motivo del Día Mundial de los Humedales, celebrado recientemente, Ecologistas en Acción ha difundido un informe en el que recuerda que en España la subida de temperaturas que se está produciendo es de medio grado por cada diez años en el periodo 1973-2005, según la Agencia Estatal de Meteorología.