El Sadac permite predecir incendios como los de Las Tablas de Daimiel
El invento se presentará en la Cámara de Comercio dentro del programa Eureka del Imfof.
09/04/2010
Martín Villafañe llevaba cinco años devanándose los sesos para crear "un sistema único que permitiera alertar pronto de catástrofes como incendios, huracanes…". En una palabra, "explorar la mayor cantidad de protecciones". El tesón de este informático que, entre otros softwares, ha creado el utilizado por Repsol para hacer los cálculos de dispersión de los contaminantes, ya existe y tiene nombre: Sadad. O lo que es igual: Sistema autónomo de análisis climático. El próximo 12 de mayo su inventor y su socio, Pedro José Planells, un industrial especializado en electrónica y climatización, lo presentarán en la Cámara de Comercio, dentro del programa Eureka del Imfof.
En apenas 35x18 centímetros, esta especie de cilindro que adquiere su máximo potencial a medida que se le van añadiendo los distintos equipos autónomos, aunque funciona también con uno sólo de los componentes, permitirá, por ejemplo, detectar columnas de humo en una montaña desde 300 metros hasta varios kilómetros. Una de las posibilidades que permite este invento, que está a la espera de ser patentado, es colocar varios de ellos en la Tramuntana, simulando una especie de malla intercomunicada. "El cerebro, el software creado por Villafañe, es impresionante", apunta Planells, quien quedó seducido "por el rigor, la seriedad y el tesón" de este joven informático de Buenos Aires, afincado en Mallorca y formado en Suecia. Otra de sus funciones es la detección de tormentas eléctricas que estén a 300 kilómetros e incluso huracanes o, en Mallorca, los habituales caps de fibló. "Las tormentas tienen un sistema de emisión que todos identifican su formato. El Sadad lleva un banco de datos muy amplio y puede comparar las distintas figuras geométricas si responden a un cap de fibló o a otro fenómeno", comenta Villafañe.
Su novedad no es la detección de incendios, sino "la ventaja que ofrece al integrar todos los sistemas" en un utensilio nada aparatoso que permite también detectar el viento por ultrasonido y láser y "así llegar a puntos donde otros sistemas quedan congelados por las bajas temperaturas". Las estaciones meteorológicas actuales se congelan y "en las estaciones de esquí, por ejemplo, tiene que ir alguien con agua tibia para descongelarla", señala Martín Villafañe.
El campo de aplicación del Sadad es muy amplio, desde montañas a estaciones de esquí, a barcos como detector de emergencias, a campos dedicados a diversos cultivos o a la explotación de la viña y campos de golf. "Le puede servir a cualquier empresa que trabaja al aire libre", subraya Planells. Además se ha esmerado su ´ojo que todo lo ve´, ya que se le puede acoplar una cámara de alta visibilidad que permite visión nocturna y térmica.
Cuando el inventor ya llevaba unos años con el software bastante avanzado, conoció a su actual socio. Entre ambos se incentivaron y le dieron una vuelta de tuerca: "Por qué no integrar un detector de óxido de carbono, los gases derivados de los incendios". Recientemente se supo que las Tablas de Daimiel se estaban secando por sus fuegos internos. El invento de Villafañe podría haber detectado esos gases.
El aparato se alimenta con aerogeneradores de 12 voltios que otorga suficiente energía, es económico y ecológico.
Ni qué decir tiene que el invento ha sido probado con sucesivos experimentos hasta garantizar su máximo rendimiento.
Es hora de hablar de números, y el Sadad no es barato. Lo dicen su autor y su mecenas. "Nos presentamos al Eureka, aunque sabemos que competimos con proyectos muy heterogéneos, porque nos puede servir como plataforma de lanzamiento", comenta Pedro José Planells. El precio oscila desde los 8.000 euros hasta los 40.000 que cuesta el que integra todos los accesorios adicionales.
Se les ve orgullosos del trabajo llevado a cabo, aunque ambos no pueden despedirse sin una crítica: "Desanima mucho inventar en España. Faltan apoyos. Todos piden prototipos, claro, pero sólo las grandes empresas se pueden permitir pagarlos". "España es el único país del mundo donde no se pueden registrar los softwares", añade el informático Villafañe.