Los pozos, que funcionan de manera regular desde finales de marzo, se han colocado estratégicamente a lo largo de los treinta y cinco kilómetros del recorrido del canal del Guadiana, en los términos de Argamasilla de Alba y Alcázar de San Juan, una conducción a cielo abierto que recoge el agua excedente de las Lagunas de Ruidera y del embalse de Peñarroya, que lleva aliviando de manera ininterrumpida y con un caudal muy importante (18 m3/s ahora) desde el mes de diciembre.
Para meter, no para sacar
Con estos pozos “para meter agua al acuífero, no para sacar”, en palabras del presidente de la Confederación del Guadiana, Eduardo Alvarado, se están consiguiendo marcas excepcionales de recuperación e infiltración que en conjunto (recarga natural y artificial) se han estimado según los primeros datos oficiales del organismo de cuenca en 750 hectómetros cúbicos desde que empezó a llover (casi el doble de la capacidad total de los siete embalses del Guadiana en Ciudad Real, próxima a los 400 hm3) y un crecimiento del acuífero de unos seis metros de media.
De toda esa agua infiltrada se cree que los veinticinco pozos de recarga -los antiguos aportan agua al subsuelo desde enero- han inyectado en las venas del acuífero 23 unos 58 hm3, “un pantano de Peñarroya repleto”, explica de manera gráfica Alvarado.
El presidente de la Confederación asegura que el ritmo de recarga “es constante y esperamos mantenerlo un año más”.
El presidente de la CHG y el comisario de aguas, Samuel Moraleda, visitaron este lunes varios de estos pozos que se han construido con discreción entre enero y marzo. Las captaciones se adentran noventa metros en las profundidades de la tierra.