El Jefe de Área de Hidrogeología Aplicada del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), Miguel Mejías Moreno ha advertido que el río Guadiana está apunto de “volver a cerrar sus ojos”.
Mejías, en una reflexión firmada a la que ha tenido acceso Lanza, ha recordado que los Ojos del Guadiana permanecieron secos durante casi 30 años, hasta que en enero de 2012, como consecuencia del intenso periodo climatológico húmedo que se prolongó entre 2009 y 2013, comenzó a detectarse la presencia de encharcamientos en la llanura de inundación del río Guadiana.
El también miembro del Departamento de Investigación en Recursos Geológicos del IGME ha recordado que fue a partir de la primavera de 2013 cuando comenzó un periodo con escorrentía superficial, que llegó a alcanzar un caudal máximo de casi 1.500 litros por segundo en abril de 2014, lo que supuso que en los primeros meses de este año llegó a circular, aproximadamente, un 20% del caudal medio en régimen natural por el río Guadiana en esta zona histórica.
Estos datos de circulación fueron controlados mediante aforos directos realizados por el IGME en el molino de El Nuevo, a unos 7 kilómetros de la confluencia de los ríos Gigüela y Guadiana.
Desde esta fecha, ha explicado el hidrólogo, el caudal del río Guadiana fue descendiendo, hasta quedar seco en los meses de agosto a octubre de 2016, para volver a producir una pequeña escorrentía superficial que se mantuvo hasta mayo de 2017.
A finales de junio de 2017, el caudal del río Guadiana en el molino de El Nuevo es nulo, aunque todavía se produce una ligera entrada de agua al Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel por el molino de Molemocho, aguas abajo de El Nuevo, que, ha dicho, “lamentablemente, irá desapareciendo según avance el verano”.
Este hecho, ha señalado, lleva a poder afirmar que “el río Guadiana ha vuelto a cerrar sus ojos”, de tal forma, se ha lamentado, que “en las márgenes de su cauce ya no se podrán observar los curiosos burbujeos que salían de la tierra y aportaban el agua subterránea al río, acrecentando su singular y austera belleza”.
Y es muy probable que, si no se produce pronto otra secuencia climatológica húmeda, ha comentado, “los Ojos del Guadiana permanezcan secos, cerrados, por otro largo periodo de tiempo”.
Por encima de la cota 611
“Solo cuando el nivel freático del acuífero se sitúe, en esa zona, por encima de la cota topográfica de 611 metros sobre el nivel del mar, los ojos podrán volver a reflejar en sus aguas el azul del cielo manchego”, ha indicado.
Y ha apuntado que ante esta circunstancia, “no cabe más que esperar que la climatología, las medidas de planificación hidráulica y la concienciación de los usuarios de las aguas subterráneas vuelvan a hacer del río Guadiana, a su paso por La Mancha, el río que, como refería Cervantes, no haya barco ni barca capaz de cruzarlo”.
Los Ojos del Guadiana están considerados como un conjunto de manantiales que en régimen natural, salpicaban el área del nacimiento del río constituyendo pequeñas depresiones topográficas en las que surgía el agua subterránea.
La unión de los regatos que nacían en cada “ojo” daba lugar a escorrentía superficial, formando el tramo más alto del cauce.
Esta situación natural se producía en esta zona del río Guadiana antes del intenso aprovechamiento que se hace de los recursos hídricos subterráneos del Sistema Acuífero 23, desde los años setenta del pasado siglo.
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