El nombre de 'Guadiana' –el 'flumen anas', río de los patos, que denominaron los romanos– fue transformado durante la dominación musulmana por 'wadi anas' (valle del anas). En Villarubia de los Ojos su cauce –el cuarto más largo de la Península Ibérica– renace del subsuelo y, en Daimiel, encharca una llanura en la que se encuentra con las aguas que le trae el Cigüela. Agua dulce y salobre, respectivamente, que favorecen el espectáculo de la vida en todas sus variables. Una peculiar 'marisma' de interior, las Tablas de Daimiel, que genera un ecosistema privilegiado y admirado desde tiempos inmemoriales.
Garzas imperiales, martinetes, los patos cuchara que inspiraron a los romanos para darle nombre, ánades rabudos, zampullines cuellinegros, bigotudos... Las Tablas de Daimiel acogen en sus humedales un auténticoparaíso para las aves y los amantes de la ornitología. El mismo espacio que, ya en 1575, Felipe II ordenó "guardar muy bien" sigue conquistando hoy a todo aquel que se acerque a caminar por sus pasarelas declaradas Parque Nacional desde 1973.
Aunque se puede visitar durante todo el año, es en otoño cuando el humedal comienza a recargarse de agua tras la escasez de aportes durante el verano. Durante los días de lluvia, el Guadiana vuelve a regar 750 hectáreas de las 1.750 que son potencialmente inundables. El abanico de posibilidades para hacer una escapada a este envidiado paraje es amplio. Se puede disfrutar a pie, con visitas guiadas que discurren por la red de pasarelas de madera que permiten caminar sobre las aguas… literalmente. Si lo prefiere, también puede recorrer en todoterreno los márgenes de este espacio natural para adentrarse en un fascinante recorrido salvaje donde aprender cómo se forman sus balsas de agua. Estas excursiones suelen incluir descansos para observar (mediante prismáticos y telescopios) las aves con sigilo.
Para poder experimentar en su totalidad tanto Las Tablas como la propia localidad de Daimiel, lo ideal es reservar al menos tres días (dos noches) en su agenda. En la zona existe una interesante oferta de alojamientos rurales donde poder hospedarse, en una región que está ligada indiscutiblemente al 'milagro del agua'. Basta recordar que en el cercano yacimiento arqueológico de Montilla de Azuer –de la Edad del Bronce– se encuentra el pozo artificial más antiguo hallado en la Península Ibérica; sin olvidar que en el Museo Comarcal también hay vestigios de los ingenios que, romanos primero y musulmanes después, idearon mecanismos para explotar la riqueza acuática de este lugar.
Algunas de las aves de Las Tablas de DaimielA todo ello se suma el revelador Centro de Interpretación del Agua, un punto de partida para conocer el Parque Nacional de Las Tablas al que se pueden acercar aquellos que quieran saber más sobre lacomplejidad de preservar un lugar como éste. Este edificio, que busca la concienciación sobre los excesos del hombre que han amenazado el ecosistema, tiene el valor añadido de ser obra de un daimieleño ilustre: el arquitecto Miguel Fisac, autor de la famosa y ya desaparecida 'Pagoda' de Madrid.
Gastronomía para hacer la boca… agua
Pero Daimiel, pueblo de hechiceras y brujas según la tradición popular, es representante además de la mejor gastronomía de la región. Las carnes de caza, sus auténticos quesos manchegos y los mejores productos de matanza satisfacen a los amantes del buen comer. En estas fechas, con el frío de fondo, sus guisos, las famosas gachas, sus migas de pastor con uvas o el genuino pisto reconfortan tras una caminata por los ambientes húmedos de Las Tablas. Una ocasión fantástica para conocer los mejores vinos con Denominación de Origen La Mancha que se crían con mimo en las bodegas del entorno.
Los más golosos no pueden irse de Daimiel sin probar sus flores, rosquillas y, en Semana Santa, sus 'rosca utreras'. Contrapuntos dulces a una escapada de la que volver con el mandato de Felipe II grabado en la mente: "guardar muy bien" este privilegiado rincón manchego disponible para todo el que lo quiera conocer.
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