Celebrado el día grande de Las Paces en Villarta de San Juan
Más de 15.000 docenas de cohetes retumbaron en Villarta por la Virgen de la Paz, una tradición con la que no puede ni el frío. La Operación 2.000 volvió a dejar boquiabiertas a miles de personas
26/01/2015
Es el día grande de Las Paces y toda Villarta está en la calle para vivir una fiesta declarada de Interés Turístico Regional desde hace 21 años. Son las 12.30 horas y la gente se empieza a concentrar en los alrededores de la Iglesia de San Juan del pueblo. Dentro, hace ya un rato que se está celebrando la eucaristía en honor a la Virgen de la Paz, patrona de Villarta de San Juan. Los integrantes de la veintena de peñas coheteras empiezan a juntarse en la plaza. Monos azules, blancos, naranjas, grises, rojos o amarillos se unen, mientras la gente toma posiciones en la plaza de la iglesia. Minutos más tarde, la imagen de la Virgen se deja entrever entre las puertas de la iglesia. Un estruendo rompe el silencio con el que los villarteros esperan a su Virgen de la Paz. Es la señal. La patrona ya está en la calle y puede comenzar el recorrido (desde la iglesia nueva hasta la ermita y regreso) demás de cuatro horas de lanzamiento de cohetes y olor a pólvora con el que se la homenajea cada 24 de enero y se agradece su ayuda.
La patrona sale en procesión al abrigo de los gritos de ¡Viva la Virgen de la Paz! Las lágrimas y la emoción de los villarteros inunda la plaza, donde desde hace un par de años se realiza una suelta de palomas y globos blancos en señal de paz. Los peñistas, con monos de diferentes colores y protegidos con gorros, guantes y botas empiezan a lanzar los primeros cohetes. A partir de entonces, más de 15.000 docenas retumban en Villarta por la Virgen de la Paz. El cielo se colma de pólvora, fe y devoción hasta llegar a la iglesia Vieja, donde la Virgen contempla desde la distancia la 'Operación 2.000': la suelta de otros 2.000 cohetes en un par de minutos que anuncian el regreso de la patrona de nuevo a San Juan. Es uno de los momentos más emocionantes. Miles de promesas empiecen a estallar en los tímpanos del cielo y los carrizos, todavía humeantes, comiencen a caer como señal de que las oraciones han sido bien recibidas. Y es que, comentan las vecinas que acompañan a la Virgen, cada uno de los petardos que se lanza es una señal de amor, de agradecimiento, una oración.
Una tradición con la que no puede ni el frío y que se ha conservado de padres a hijos a pesar del paso del tiempo, ya que la fiesta se remonta, como mínimo, a 1575, según fuentes documentales. Antonio González lleva lanzando cohetes desde hace más de cincuenta años, «toda una vida». Junto a él se encuentra, Paco Antequera, otro de los veteranos en acompañar a la patrona y manejar la pólvora, pues lo lleva haciendo ya «desde hace unos 40 años». Sus monos de color blanco desvelan que pertenecen a la Peña la Virgen de la Paz, la más antigua de la localidad. Mientras González recuerda que él fue el fundador de la peña, Antequera relata su deseo de hacer el año que viene el recorrido junto con su nieto. Es lo que demuestra que la tradición cohetera trasciende de generación tras generación.
Así, frente a los veteranos, aquellos que debutan por primera vez. Es el caso de Paula Camacho. Con tan solo 16 años (la edad permitida para lanzar cohetes) acompaña por primera vez a la Virgen con el lanzamiento de cohetes. Vestida de mono amarillo, de la peña La Pacífica, evita dejar a un lado las nervios, pues «no tener miedo es lo primordial para disfrutar de una tradición que no se puede explicar».
Pequeños y mayores acompañaron un año más a la Virgen de la Paz. Tampoco faltó la alcaldesa de Villarta de San Juan, Feliciana Bascuñana, acompañada de su corporación y de la alcaldesa de la localidad de Almàssera (Valencia), Laura Roig, con la que están hermanadas, se felicitó porque todo hubiera transcurrido con normalidad, y por los muchos visitantes. Entre los asistentes, se encontraba también Emiliano García-Page, secretario general del PSOE de Castilla-La Mancha.
Tras acabar la Procesión, comenzó la puja de los brazos de la Virgen, en la que los villarteros demuestran su devoción hacia su patrona, y su interés por portar a la Virgen en su entrada a la Iglesia.
Fuente: latribunadeciudadreal.es