Un acto “grandioso” celebrado en el Ateneo de Madrid, con la asistencia de la mayoría de los allegados de los represaliados, del presidente y vocal del propio ateneo, de los científicos de la sociedad Aranzadi, sin políticos y con los sentimientos encontrados: por un lado, de tristeza por el sufrimiento que padecieron; y por otro, de alegría, por poder dar definitivamente sepultura 70 años después a los restos de su familiar.
Las 15 urnas, tapadas con la bandera republicana, se alineaban en una de las salas del Ateneo mientras los miembros de la Agrupación de Familiares y Amigos de Fallecidos en la Prisión de Valdenoceda dirigían el acto y se pronunciaban los discursos llenos de cariño, emoción y de homenaje a las víctimas.
Con lágrimas en los ojos pero también con alegría recogía María García-Rayo los restos de su hermano Antonio, de Daimiel, que ayer mismo recibieron sepultura en el cementerio de Daimiel en un acto familiar. La octogenaria señaló a este diario que se sentía regular, pero muy emocionada, “estamos contentos porque a fin de cuentas los restos de mi hermano ya descansan con los de mis padres y mis hermanos”.
Uno de los sobrinos del represaliado de Daimiel, Francisco Gómez-Limón García-Rayo, relató a este diario las impresiones de la jornada de ayer: “Ha sido un acto de justicia, demasiado emotivo, hacía tiempo que no afloraban tantas cosas”. Indicó que su tío era una persona de izquierdas que desapareció “por el capricho de unos cuantos”; estuvo en las cárceles de Daimiel y Ciudad Real hasta que fue trasladado al penal del norte de Burgos. Allí apenas estuvo poco más de un año hasta que falleció. Casualmente, contó Gómez-Limón, “un hermano de mi tío pasó por Valdenoceda camino de otra prisión y fue él quien le enterró metiendo en la caja junto al cuerpo un tarro de cristal donde constaban su nombre y apellidos y cómo murió”. Este documento, que será entregado al museo de Valdenoceda para recuerdo de aquellos años, les facilitó mucho la identificación del cuerpo.
Julián de la Morena y Ángel Moya, nietos de Alfonso de la Morena y Feliciano Alcaide, de Aldea del Rey, despedirán a sus abuelos en un acto más público. A ambos se les dará el último adiós hoy domingo en una misa en la parroquia de Aldea del Rey y después serán enterrados en el cementerio municipal. En este sentido, Julián de la Morena recordó que los dos salieron juntos apresados de Aldea y los dos ‘volverán’ juntos “una vez que han recuperado su buen nombre”.
Otros familiares ya no viven en Ciudad Real y han tenido que desplazarse desde bastante más lejos. Es el caso de Eric Quintanilla, residente en la Bretaña francesa y nieto de José Antonio Quintanilla, represaliado de Fuencaliente. Su discurso en el Ateneo de Madrid fue un canto a la libertad y abogó porque se siga manteniendo vivo el recuerdo de estos sucesos para que no vuelvan a repetirse, recordó Manuel Sempere, miembro de la Agrupación de Familiares y Amigos de Fallecidos en la Prisión de Valdenoceda.
Proceso de identificación
La prisión de Valdenoceda alojó, desde 1938 a 1943, una de las prisiones de castigo más duras de la época de la posguerra. Se tiene constancia documental (a través del Registro Civil) del fallecimiento en el interior de la prisión de al menos 153 personas. Esas 153 personas fueron enterradas por sus propios compañeros en un solar, propiedad de Instituciones Penitenciarias que, en 1989, pasó a formar parte del Cementerio Parroquial. Los nuevos enterramientos de vecinos del pueblo se realizaron, desde ese año, 1989, sobre los de los presos.
La Agrupación de Familiares y Amigos de los Fallecidos en la Prisión de Valdenoceda ha conseguido, después de años de búsqueda y una intensa labor, la exhumación de 114 personas, de las cuales 15 han sido entregadas hoy a sus familiares, uno más ha sido identificado pero aún no ha podido ser exhumado y 10 más han conseguido identificación osteológica. Hoy se conoce que al menos 39 personas han quedado enterradas debajo de los enterramientos nuevos que se produjeron desde 1989.
Los restos identificados que se entregaron ayer son David Díez Guinea, de Orduña (Vizcaya); Angel Mena Contreras, de Montiel; José Venzalá Carrillo, de Fuensanta de Martos (Jaén); Vicente Martín Gil, de Daimiel; Feliciano Alcaide Rodríguez, de Aldea del Rey; Dimas Almendro García, de Corral de Calatrava; Anesio Rodríguez Martínez, de Higón (Burgos); Isidoro Romero Moncada, de Torres de la Alameda (Madrid); Antonio Salazar Martín, de Sasamón (Burgos); Antonio García-Rayo, de Daimiel; José Antonio Quintanilla Pardo, de Fuencaliente; Bernabé Ruiz Castillo, de Jaén; Gonzalo Muñoz Torres, de Villafranca (Córdoba); Alfonso de la Morena Prado, de Aldea del Rey; Juan María González de Mera, de Torralba. Además, se consiguió la identificación genética de David Ruiz Ruiz (de Burgos), cuyos restos aún reposan en Valdenoceda, debajo del último de los enterramientos nuevos.